La historia de las palabras es fundamental a la hora de saber de qué hablamos. El término liberal por ejemplo, no significa lo mismo en la tradición anglosajona que en la Europa continental. Así en la tradición española el DRAE,2001, 1.372 define, en una primera acepción, el liberalismo como “actitud que propugna la libertad y la tolerancia en las relaciones humanas”.
Don Sebastián de Covarrubias en el Tesoro de la Lengua Castellana(1.611) aporta la siguiente definición de liberal: “Generoso, bizarro y que, sin fin particular ni tocar en el extremo de prodigalidad, graciosamente da y socorre; no sólo a los menesterosos, sino a los que no lo son tanto, haciéndoles todo bien”.
Don Miguel de Cervantes en las Novelas ejemplares, identifica al liberal como la persona en la que se encarna la libertad; esto es, el desprendimiento, la generosidad, la inclinación a dar a las personas lo que se tiene y la toma de partido a favor de la libertad.
También se puede recordar a este respecto esa maravilla de verso de Don Miguel: “Y he de llevar mi libertad en peso/sobre los propios hombros de mi gusto” Pues ser liberal es precisamente eso, por gusto y no por racionalidad ser otra cosa.
Don Gregorio Marañón cuando escribía en sus Ensayos liberales: “ Ser liberales es, precisamente, estas dos cosas; primero, estar dispuesto a entenderse con el que piensa de otro modo; segundo, no admitir jamás que el fin justifica los medios, sino que, por el contrario, son los medios los que justifican el fin”.
“El liberalismo es, pues, una conducta y, por lo tanto, mucho más que una política. Y, con tal conducta, no requiere profesiones de fe, sino ejercerla de un modo natural, sin exhibirla ni ostentarla. Se debe ser liberal sin darse cuenta, como se es limpio o como por instinto, instinto nos resistimos a mentir”.
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